Obispo Antulio Parrilla Bonilla

Obispo Titular de Ucres

En preparación para la Conferencia Internacional en Solidaridad con la Independencia de Puerto Rico del 1979, el Obispo Antulio Parrilla llevó a cabo una gira por los Estados Unidos. Su ardiente oratoria denunciando la situación colonial de Puerto Rico le ganó nuestro afecto y admiración. Fue un gozo especial el verlo nuevamente en Ciudad de México, donde estuvimos reunidos con ciudadanos de unas cincuenta y una naciones. Yo me encontraba allí como delegada de la Liga Internacional de Mujeres Por la Paz y la Libertad (WILPF).

El Obispo Parrilla había sido recientemente arrestado pos su participación en un servicio de oraciones ecuménicas efectuado en territorios de la Marina americana en la isla de Vieques. En estos servicios se habían reunido cristianos de varias denominaciones en protesta contra la toma por la Marina de los Estados Unidos de más de las tres cuartas partes de la citada isla. Siendo un hombre profundamente sensible a cualquier violación de los derechos humanos, el Obispo Parrilla clamó por justicia. "El hombre tiene mucho más valor que las estrategias de guerra, más que los aviones supersónicos, más que todos los tesoros de la tierra," declaró. "Cristo murió por toda la humanidad sin excepciones de razas o de condiciones sociales. Por lo tanto, nosotros debemos respetar los derechos humanos y trabajar por la liberación de la isla de Vieques." Veía la lucha del pueblo Viequense como uno por la recuperación de la hermosa tierra que Dios creó para vivir en ella en paz y tranquilidad.

Entre otros arrestados con él se encontraban el Padre André Trevathan, Sacerdote Episcopal, y Wilfredo Veléz, Ministro Metodista. El Obispo Parrilla estaba dispuesto a aceptar la encarcelación antes que pagar los $500 de fianza impuesta por ocupar lo que él reclamaba era su tierra natal. Habiendo sido consejero de prisioneros, a él le atraía el reto de una experiencia directa dentro de la prisión. Sin embargo, esta oportunidad no le fue concedida. En su lugar se le dio un año de probatoria y se le ordenó mantenerse alejado de la isla de Vieques. Subsiguientemente, el Obispo Parrilla, junto con otros arrestados, apeló al tribunal de apelaciones del Primer Circuito Judicial Federal de Boston, bajo cuya jurisdicción se encuentra Puerto Rico, y tras ganar la apelación fue declarado inocente de los cargos relacionados con Vieques.

Entonces se encontró libre de atender a la conferencia en México y de participar en las resoluciones condenando la existencia de las bases militares de los Estados Unidos en América Central y el Caribe, urgiendo la terminación del colonialismo en todas sus formas en el área del Caribe, pidiendo a los Estados Unidos que se abstengan de continuar la represión contra el movimiento pro independencia puertorriqueño y demandando el retiro de la Marina americana de la isla de Vieques.

Cada año que nosotros regresamos a Puerto Rico le hacemos una visita de amistad al Obispo Parrilla. Usualmente le encontramos recluido en su oficina del Centro Social Juan XXIII, rodeado de libros y envuelto en sus investigaciones y escritos. Siempre llamamos para una cita, ya que él es muy cauteloso respecto a quién admite. Al tanto de que su teléfono está interceptado, al igual que los de otros miles de puertorriqueños, toda discusión por teléfono es evitada.

El no había aún completado su Maestría en enonomía cuando se encontró llamado a servir en el ejército de los Estados Unidos. Sirvió en Panamá como jefe de radares. Fue entonces cuando se convirtió al Catolicismo y tomó cursos en filosofía y teología en el Seminario de Santa María, en Emmittsburg, Maryland. En 1962 él fue ordenado al sacerdocio. Tras su ordenación sirvió en varios puestos en Puerto Rico, Cuba y Nueva York. Luego fue ordenado Obispo Auxiliar de Caguas. Sin embargo, tras su arresto, fue dejado cesante de su parroquia en Río Piedras, donde conducía misas y atendía a los pobres.

En su preocupación por los pobres él les retaba a adquirir consciencia de su poder potencial. A tal fin ha estado muy activo organizando cooperativas. Por un tiempo sirvió como Director de programas del Instituto de Cooperativas de la UPR. No obstante, no vacila en criticar el movimiento cooperativo por su fracaso en llenar las necessidades del pobre.

Cualquier asunto que envuelva una lucha contra la injusticia se gana su respaldo, ya sea que se trate de un vendedor ambulante al que se quiere desalojar de su esquina, del maltrato de los trabajadores de la caña en Santo Domingo, del desalojo de una familia "invasora" para constituir su hogar, como el caso que llevó a la muerte de Adolfino Villanueva, del cierre de los negocios los domingos, del tema del aborto o de los demonios del tabaco y las drogas.

El equipara el alto índice de suicidios con el sistema injusto y la disintegración ante los cuales los valores tradicionales del puertorriqueño han sido contrarrestados por valores extranjeros. Bajo la dominación colonial, los puertorriqueños carecen de confianza en ellos mismos y temen a la libertad.

La última vez que vimos al Obispo Parrilla, sus artículos semanales continuaban aparciendo en Claridad, pero los habían cancelado en otros periódicos. Poco antes él nos había enviado un paquete con varios de sus libros: Puerto Rico, La Iglesia y la Sociedad, Puerto Rico, Supervivencia y Liberación, Cooperativas, La Teoría y la Práctica, Neomaltusianismo en Puerto Rico.

"¡Yo no soy un absoluto pacifista!" declaró durante la última visita que le hicimos. El no renuncia a su derecho a la defensa propia. Aclarándonos esto en una carta que luego nos envió, explica que la posición de la Iglesia Católica es la de aceptar la guerra en defensa propia. Al mismo tiempo, ésta condena la guerra nuclear y el llamamiento obligatorio al servicio militar, en contra de la consciencia personal individual. El Obispo Parrilla prefiere la acción no violenta, sin embargo ve la necesidad de una gama de diversos métodos cuando se trata de luchar por la libertad de la patria de uno. El cita a don Pedro Albizu Campos, "Donde el despotismo es ley, la revolución es orden".

El obispo concuerda con su Santidad, el Papa Juan Pablo, en que la fuerza es un medio aceptable de lograr asegurar la justicia cuando "una prolongada tiranía ha vejado los derechos fundamentales de un pueblo, y a la vez ha dañado el bien común de la nación". Al mismo tiempo afirma que el derecho del puertorriqueño a usar la fuerza armada con el fin de liberarse del yugo colonial es parte intrínseca del principio moral de la defensa personal establecido por la Cristiandad muchos siglos atrás. Esto, por supuesto, no cancela el uso de otros métodos de lucha, tales, como por ejemplo, la política y la presión internacional.

Sin embargo, el Obispo Parrilla se mantiene firmemente claro en su oposición al enlistamiento militar obligatorio, máxime ante la posibilidad de que los puertorriqueños sean forzados a pelear en una guerra "Yanqui" contra sus hermanas y hermanos latinoamericanos y del Caribe o a defender los intereses de corporaciones multinacionales. El nos recuerda que Puerto Rico jamás ha estado en guerra con ninguna otra nación. Por su parte él ve a la administración americana como a un "vaquero" con su pistola en la mano, listo para disparar a la menor provocación.

El Obispo Parrilla, en una ocasión enumeró en Claridad sus actos en oposición al enlistamiento obligatorio y afirmó que si los puertorriqueños que rehusaran enlistarse debían ser arrestados, entonces él también debía ser arrestado por su apoyo al rechazo del enlistamiento obligatorio. El hace un llamamiento al pueblo a piquetear las oficinas de correo sobre la premisa de que, habiendo los tropas del ejército norteamericano invadido el territorio nacional de Puerto Rico, los puertorriqueños no deben de modo alguno servir en el ejército americano. En este aspecto advierte que existen medios legales y morales para oponerse al servicio militar obligatorio, afirmando que "una consciencia bien formada y no superficial o caprichosa coloca al individuo por encima de toda ley civil que viole dicha consciencia".

Señala por demás el Obispo Parrilla la posibilidad de un holocausto nuclear y la preponderante necesidad de todo ser humano racional de rehusar participar y promover el mismo. Asimismo, reconoce que la participación puertorriqueña en la guerra de Vietnam "fue una experiencia triste y traumática". Por ejemplo, unos 3,000 pacientes del hospital local de la Administración de Veteranos, han sido tratados de síntomas que se cree están relacionados, directa o indirectamente, con el "Agente Naranja" (Agent Orange). "¡Cuán impresivo es el heroísmo de decenas de jóvenes puertorriqueños, su fortaleza moral y su rectitud de consciencia, al desafiar una maquinaria militar, inhumana y arrogante!" citó él al dirigirse a los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico.

Teme el Obispo Parrilla que el almacenamiento de armas nucleares en Puerto Rico y el uso de las bases navales en su territorio vengan a ser un instrumento para suprimir el movimiento pro independencia tanto en la isla de Puerto Rico como en toda el área del Caribe.

Este expresa su preocupación por el futuro de Nicaragua y teme que los Estados Unidos se estén preparando para una invasión directa a esta nación. El tiene allá amigos Jesuitas y declara que Nicaragua no era Marxista, sino que simplemente deseaba desarrollar su propio medio de vida. Su opinión, como la de muchos otros conocedores del asunto, es que los Estados Unidos está tratando de mantener subyugada a la América Latina para el beneficio de sus intereses personales.

El ha retado al FBI por sus actividades tendientes a neutralizar ciertos grupos políticos por medio de la infiltración, la interceptación del correo y las investigaciones basadas en meras alegaciones sin fundamento alguno.

No obstante que es políticamente activo él se considera a sí mismo un devoto Católico y en comunión con el Papa. Continúa siendo Jesuita, aunque ya no es miembro activo de dicha organización.

"He escogido no ser un espectador en la historia, sino un actor dentro de esta," es la suma de su filosofía. El tiempo ha llegado de ir más allá de las meras palabras y los discursos y de envolverse en una acción más enérgica.

En vista de posibles formas de acción el Obispo Parrilla ha escrito para Claridad varios ensayos sobre la objeción de consciencia y la desobediencia civil. "La desobediencia civil," escribe en el ejemplar de dicha revista de Septiembre 26 a Octubre 2 del 1986 "cuando ha nacido de una consciencia bien informada y bien formada debe ser vista como una fuerza patriótica operando por pacíficos cambios sociales sin desorden civil o político." Esta mobiliza los poderes políticos mediante actos confrontando una situación injusta. El señala que la desobediencia civil rinde un valioso servicio a la sociedad atrayendo la atención pública hacia condiciones aparentemente legales, pero que de hecho son dañinas a la sociedad. "La desobediencia civil ha sido practicada a través de los siglos," afirma. "Tales fueron los casos con Sócrates, Thoreau y muchos otros."

El Obispo Parilla afirma que el presente ambiente político y social entre los Estados Unidos y Puerto Rico aumenta las posibilidades de un alza sin precedente de desobediencia civil. Ya esto ha sido demostrado con las protestas antinucleares y antimilitares, la lucha por sacar la marina de los Estados Unidos de las islas de Vieques y Culebra, la resistencia contra el servicio militar obligatorio, la invasión de terrenos para satisfacer las necesidades de viviendas a los deposeídos y en las protestas contra la contaminación ambiental y la destrucción ecológica.

Respecto al desarrollo de la consciencia individual la describe como un proceso gradual, que comienza a desarrollarse en la niñez mediante la influencia de sacerdotes, ministros, maestros, padres y amistades. La consciencia llega entonces a ser capaz de determinar qué actos civiles están en violación de las leyes naturales.

Este no es un camino fácil. Los objetores por consciencia deben estar preparados para sufrir las consecuencias de sus actos. Por su parte, el Obispo Parrilla reta a los puertorriqueños a mantenerse alertas a las posibilidades de la desobediencia civil según se los dicte su propia consciencia.