Alberto Rodríguez Santana

En mi correspondencia con los prisioneros de guerra puertorriqueños, uno de los más vocales fue Alberto Rodríguez. Decidí preguntarle a él sobre sus antecedentes. Desde su celda en la cárcel federal de Lewisburg, Pennsylvania, él compartió conmigo varios detalles.

"Yo trabajé como consejero en la Universidad de Northeastern, Illinois," él escribió. "Trabajaba con estudiantes que necesitaban ayuda especial para poder sobrevivir en el ambiente universitario debido a sus deficiencias académicas. A veces sus problemas eran de naturaleza económica, otras veces de índole personal o familiar. Me gustó mucho mi trabajo.

"En la comunidad fui parte de un colectivo que luchó para crear un centro cultural en la comunidad latina en el sur de Chicago. También ayudé a organizar varios periódicos comunales. Yo sigo escribiendo para ellos aún detrás de estas paredes. Además, hice trabajo político con el Comité Nacional pro Libertad de los Prisioneros de Guerra Puertorriqueños. Organicé alrededor de asuntos tales como la represión estatal, en particular la brutalidad policíaca. Cuando me arrestaron había estado activo políticamente en la comunidad puertorriqueña por más de cinco años.

"Antes de mi actividad comunal hice trabajo político en la Universidad de Illinois en Chicago, donde estudié ciencias políticas. Participé en el movimiento de apoyo a la liberación de Vietnam y a favor de la revolución en Cuba, Angola, Mozambique, etc., y en apoyo de Allende en Chile. Además, comencé a hacer trabajo sobre la ocupación de la marina en Vieques y Culebra y acerca de la situación colonial de Puerto Rico. Cuando era estudiante en la escuela secundaria comencé mis actividades en el movimiento por la independencia de Puerto Rico. Esto fue durante la época de los Young Lords.

"Vengo de una familia de catorce hijos e hijas. Mis padres vinieron a los Estados Unidos a principios de la década de los 50. Nací en Nueva York, pero mis padres se mudaron a Chicago antes de mi primer cumpleaños. Mi familia siempre ha manteniudo unas tradiciones católicas y la religión fue una influencia importante en los primeros años de mi vida.

"Mi compromiso con el uso de la violencia revolucionaria para avanzar posiciones políticas viene de mi firme creencia de que, confrontado con la represión, la dominación colonial y la inhumanidad, un pueblo tiene que resistir con todos los medios a su alcance o perecer como pueblo."

Alberto relató un cuento que oyó cuando joven de un señor mexicano que vivía en el barrio. "Vivía un hombre que luchaba por la independencia de su patria. El era un hombre de principios, valor e ideas inquebrantables y los colonialistas no podían soportarlo más. Conociendo el amor que este patriota sentía por su papá, la policía arrestó al padre. Los opresores amenazaron con matar al papá si el patriota no se entregaba. La respuesta del hijo patriota fue que él amaba a su padre con todo su corazón, pero su patria era primero." Alberto dijo que este cuento se grabó en su memoria. Más tarde, su amor por su patria lo llevaría a actuar a favor de la justicia y la libertad.

Alberto fue arrestado el 29 de junio del 1983, acusado de "conspiración sediciosa" contra el gobierno de los Estados Unidos. Un día más tarde el gobierno federal lanzó un ataque contra el Centro Cultural Puertorriqueño en Chicago, en lo que Alberto catalogó como un asalto estilo "gestapo" para desarticular el movimiento independentista en Chicago. "Conspiración sediciosa" es el acuerdo de dos o más personas para resistir mediante la fuerza la autoridad del gobierno de los Estados Unidos. En 1901 el gobierno estadounidense creó una ley de sedición contra los filipinos, quienes estaban haciendo guerra de "guerrilla" contra la ocupación militar por los EEUU. Desde el 1937 esta ley de conspiración sediciosa ha sido mayormente usada contra el movimiento independentista puertorriqueño. Los independentistas reafirman que esta acusación está fuera de lugar porque Puerto Rico no es parte de los Estados Unidos, sólo una posesión de ellos. Muchos en el movimiento independentista consideran que la autoridad de los Estados Unidos sobre su patria es ilegal y creen que ellos tienen el derecho humano de utilizar cualquier método necesario, incluyendo la lucha armada, para oponerse a esta autoridad ilegal.

Escribiendo para Libertad, Alberto considera que las condiciones carcelarias tienen como propósito la destrucción psicológica de los prisioneros de guerra. El encuentra en las cárceles condiciones de represión total y el dominio de los valores morales más bajos de esta sociedad. Los carceleros fomentan el racismo y la intolerancia, creando condicioness bien difíciles para los prisioneros de guerra. Alberto ve la necesidad de que los prisioneros de guerra mantengan un espíritu y fuerza moral altos que son tan necesarios para lograr la libertad.

El observa a los oficiales de la prisión continuamente creando condiciones y situaciones malas para justificar su propia violencia. El prisionero de guerra tiene que evadir estas trampas, asumiendo una actitud de resistencia estoica.

El recuerda las palabras de un patriota irlandés que murió después de un ayuno de 74 días. "No será el que inflija el mayor dolor el que vencerá sino el que tiene la capacidad de sufrir más."

El ve que mucha de la lucha por la independencia tiene características pacíficas, como huelgas de obreros, las demandas de los estudiantes por una educación de mayor calidad y la democratización del proceso educativo, protestas sobre el ambiente, contra la corrupción, el militarismo y la represión. Pero la creciente respuesta represiva y violenta del estado colonial va a convertir estas luchas pacíficas en luchas violentas.

El ve la necesidad de la unidad independentista. "El imperialismo está lanzando una ola de represión," él dice, "que no va a cesar hasta que ellos nos destruyan o nosotros a ellos."

El habla de la inmoralidad de los actos imperialistas y militaristas del gobierno estadounidense como el uso de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki y el apoyo económico-militar a los contras en Nicaragua. "Pero confrontados con su inmoralidad," dice Alberto, "tenemos que buscar una moral más alta. Porque si nosotros actuamos de una manera inmoral, aun si estamos justificados por los actos facistas de ellos, en realidad nos convertimos en lo mismo que ellos."