Doña Consuelo Corretjer

Tuvimos la oportunidad de ver al poeta y revolucionario don Juan Antonio Corretjer en numerosas ocasiones, siempre notable por su boina negra y su porte regio. El estaba siempre presente en las reuniones y conferencias de CUCRE (El Comité Unitario Contra la Represión). No fue difícil obtener su consentimiento para una entrevista. Sin embargo, siempre sucedía algo que la impedía. Estuvo por México en gestiones a favor del encarcelado William Morales. Estuvo en medio de un importante artículo. Y finalmente, estaba demasiado enfermo para poder vernos. Consciente de que él era un franco revolucionario, la gentil ternura de su última respuesta me conmovió grandemente. "Lo siento. Mi esposa y yo, sí queremos recibirles." Luego nos llegó la noticia de su muerte en enero del 1985 lanzando a todo Puerto Rico a un profundo duelo. Su vida había sido una de constante lucha por la liberación de su pueblo, por la cual había sufrido años en prisión. El clamor universal era, "Comandante Juan Antonio Corretjer, ¡Presente!"

Rafael Cancel Miranda escribió un hermoso tributo a don Juan Antonio. "¿Y sabes algo más que yo admiró en ti? El verte sentado en los bancos de las plazas públicas con doña Consuelo a tu lado, y ver cómo te levantabas con gran dolor en tus hombros y caminabas hacia los amigos que te venían a saludar, sin esperar que ellos llegaran a tí. ?Estos fueron pequeños gestos de una sublime grandeza."

La descripción de uno de sus libros de poesía, habla de un hermoso balance entre lo clásico y lo moderno. "El nos transporta al mundo de su amor por doña Consuelo, abriendo su colección de poemas con varios versos de Homero, en los que él habla de la nobleza y fortaleza entre marido y mujer, cuando en sus corazones y sus mentes ellos son uno." Tal era la relación entre Juan Antonio y doña Consuelo Corretjer.

Doña Consuelo, por su parte, habló en una entrevista publicada en Claridad, sobre el indestructible amor existente entre Juan Antonio y ella, el cual les sostuvo ante el hambre, la enfermedad, la persecución y otras numerosas crisis. También hubo momentos de peligro, como cuando regresando de una reunión de la Liga Socialista, una bala apenas eludió la frente de don Juan Antonio.

En un tributo de Claridad a doña Consuelo, ella es aclamada como heroína. "Esta extraordinaria mujer, por su intelegencia, su sensibilidad y su valor, ocupa un lugar de honor en la línea de los combatientes por la independencia." El artículo habla de su gran sentido del humor, el cual le ayudó a sobrevivir en la lucha por la libertad.

Finalmente pude entrevistarme con doña Consuelo viuda de Corretjer. Primero la pude ver en el almuerzo de bienvenida a Pablo Marcano, prisionero político que acababa de recobrar su libertad. Con ella estaba la joven psicóloga Iris Rodríguez, quien se comprometió a llevarme a su hogar en Guaynabo. (Luego me enteré de que la casa de Iris había sido registrada duante los arrestos de Agosto 30.)

Una estrecha carretera cubierta de arboleda nos condujo a la simple cabaña de doña Consuelo. Allí, con sus maletas preparadas, se encontraba José Luis Rodríguez. El finamente vestido joven de 24 años de edad, ofreció su quieta despedida. El salía para Chicago a enfrentar juicio por sedición. Aquel fue un momento de aprehensión y tristeza.

Mientras conpartíamos café con leche, doña Consuelo habló, con voz baja y serena, de sus primeros contactos con los nacionalistas, con don Pedro Albizu Campos y con Juan Antonio, quien había servido prisión con don Pedro y luego pasó a ser el Secretario General del Partido Nacionalista.

Ella nació en Santurce, la séptima en una familia de diez. Sus padres, Episcopales muy conservadores, no lograron comprender que fueron sus propias enseñanzas sobre los principios de la justicia, los que la llevaron a ella a abrazarse a la causa nacionalista por la independencia, y eventualmente, entrar al Partido Comunista. Sus padres le habían enseñado a pensar sin reparar en sus propias convicciones.

Dos eventos en el 1930, influyeron su pensamiento. La Guerra Civil Española y el encarcelamiento de los Nacionalistas puertorriqueños. Fue entonces cuando ella comenzó su obra de liberación.

Una de sus actividades habia consistido en la apertura de la Escuela Betances, destinada a promover la enseñanza de la herencia nacional puertorriqueña. A los estudiantes se les exhortaba a traer con ellos a sus hijos y juntos aprender lo que jamás ha sido presentado en las escuelas públicas. Desgraciadamente, la escuela fue cerrada por las autoridades, en su esfuerzo por destruir el movimiento pro independencia en la isla.

Tanto ella como Juan Antonio, cumplieron tiempo en prisión. Ella fue acusada en el 1969, de conspiración contra el gobierno de los EEUU y otros siete cargos. De los ocho cargos sólo se le declaró culpable por uno, posesión ilegal de armas. Fue por ello encerrada en prisión de máxima seguridad aislada de sus compañeros socialistas.

Estudió arte, pintura y música y consideró la posibilidad de ser pianista de concierto. Pero, se dirigió hacia la actividad política.

Por su parte, Juan Antonio dejó el Partido Nacionalista para fundar la Liga Socialista Puertorriqueña. Una de sus intenciones primarias era la de apoyar a los prisioneros políticos puertorriqueños, primeramente los llamados Prisioneros de Guerra, y aquellos que rehusaban contestar los interrogatorios del Gran Jurado Federal.

Como resultado de sus actividades, el teléfono de ellos, al igual que los de miles de otros independentistas en Puerto Rico, fueron intervenidos y todas sus llamadas interceptadas y grabadas. Una prueba de ello la obtuvieron cuando alguien llamando a la familia Corretjer, se encontró sorpresivamente conectado con el cuartel de la policía. Otra cuando la hija de estos, estuvo hablando con su hija y tras haber terminado la conversación, volvió a levantar el recibidor y pudo escuchar otra vez toda la conversación siendo repetida por la grabadora. Al ir a visitar algunos hogares donde ella daba clases de piano, doña Consuelo era siempre seguida por agentes encubiertos.

Aparte de rehusar reconocer las elecciones controladas por los EEUU, Juan Antonio y doña Consuelo rechazaron toda ayuda del gobierno, tales como el bienestar público y el seguro social. Ellos se sostuvieron muy limitadamente, con lo que doña Consuelo obtenía de sus clases de piano y de lo que se recibía de la venta de los libros de Juan Antonio. Doña Consuelo continuó subsistiendo con dignidad de su escaso ingreso, aceptando donativos de ropa y el uso gratuito de la casita donde vivía. Su vida estaba más dedicada al servicio que a la auto-gratificación. Ella se contentaba con vivir de la fe, antes que depender de la caridad de los EEUU.

Doña Consuelo aceptaba la posibilidad de una revolución armada para confrontar la violencia desatada por la toma de posesión y la ocupación por el ejército de los Estados Unidos. Ella creía que en una época en que convergieran el hambre, el desempleo, la militarización de la isla de Puerto Rico, la presencia de armas nucleares y la amenaza de que los puertorriqueños sean enviados a matar a sus hermanos de sangre en América Centro, podría producirse suficiente descontento como para fomentar una revolución armada.

Al yo comentar una vez sobre el número de poetas envueltos en el pensamiento revolucionario, ella respondió que los latinoamericanos son poetas por naturaleza. Uno puede observar esto en el número de poetas en el liderazgo Sandinista de Nicaragua y en patriotas puertorriqueños como don Juan Antonio Corretjer, doña Lolita Lebrón, Rafael Cancel Miranda, Francisco Matos Paoli y muchos otros.

Pese a un ataque del corazón, doña Consuelo continuó llevando hacia adelante hasta su muerte el idealismo político de Juan Antonio, la publicación de sus libros y convirtiendo su hogar en una capilla a la que los visitantes pudieran llegar por inspiración y sostén de la causa por la libertad de la patria Riqueña.