Pedro Aponte Vázquez

Una carta escrita en el 1931 por el doctor norteamericano, Cornelius P. Rhoads, hizo sospechar al profesor Pedro Aponte Vázquez que Rhoads, de un modo u otro, estaba asociado con la tortura y muerte del gran Libertador puertorriqueño don Pedro Albizu Campos. De los puertorriqueños, el Dr. Rhoads escribió en su carta, "Ellos son sin duda la más sucia, holgazana, degenerada y ladrona raza de hombres que jamás haya habitado este planeta." En su carta, el Dr. Rhoads señalaba que "todos los médicos se deleitan en torturar y abusar de estos desafortunados sujetos." Conociendo del disgusto del Dr. Rhoads por Albizu haber publicado y circulado esta carta, Aponte comenzó a investigar la muerte de don Pedro y la probable conexión del Dr. Rhoads con la misma.

Nacido en Gurabo, Aponte sintió profundamente la influencia de un abuelo que favorecía la independencia. Sus más lejanos recuerdos son los de un sentido de repulsión, a los seis años de edad, al ver a un vecino corriendo calle abajo agitando una bandera americana. Desde su época de estudiante en la escuela elemental, le irritaba el tener que saludar la bandera americana y comenzaba a sentir aversión hacia los norteamericanos, innatamente presintiendo su papel de opresores del pueblo puertorriqueño. A través de la influencia de su señora madre, Aponte desarrolló un profundo sentido de justicia y de amor por su patria. Ella acostumbraba hablarle mucho sobre Gandhi y del movimiento en la India por la liberación.

Su padre fue policía, profesión altamente respetada en aquel entonces. No ha sido sino hasta en los últimos años que el pueblo puertorriqueño ha venido a caer en cuenta del papel opresivo de la policía, a medida que los han visto afrontar violentamente los movimientos de liberación. En aquellos días, un policía cubriendo su ruta, solamente tenía que golpear el pavimento con el rotén para que se estableciera el orden. Aunque su padre tenía diploma de escuela superior, los policías en esa época eran seleccionados por su tamaño y fortaleza física sin importar cuál fuera su nivel académico, pues el papel del policía era el de proteger la vida y la propiedad.

La creciente participación de Aponte en actividades en apoyo de la independencia perturbaba a sus padres, quienes trataron infructuosamente de desalentarlo en sus ideales. Mas la semilla había sido plantada temprano en su vida y debía germinar. En su juventud, escuchaba ávidamente las historias sobre la huelga estudiantil del 1948 en la Universidad de Puerto Rico (UPR). Cuando su padre participó en la acción policiaca contra la revolución del 1950, sus simpatías estaban con los nacionalistas, aunque ciertamente se preocupaba también por la seguridad de su padre.

La escuela superior no ofreció reto alguno a su mente alerta e inteligente. Se aburría y se desesperaba por entrar a la universidad. Al no permitírsele tomar el examen de equivalencia de escuela superior (GED) para obtener el diploma sin tener que cursar los años de escuela superior, optó por enlistarse en la Fuerza Aérea. Ya enlistado, entonces le fue permitido tomar los exámenes y se evitó así tomar las clases de escuela superior. La carrera en la Fuerza Aérea no duró mucho debido a su rebelión contra la discriminación racial. Tras dos años de servicio fue sometido a corte marcial y dado de baja con un "licenciamiento indeseable".

Para entonces ya él había adquirido su diploma de escuela superior y estaba en condiciones de entrar a la universidad, escogió hacer una especialidad en ciencias sociales en la UPR. Luego, para estudios más avanzados entró en Fordham University en Nueva York, donde obtuvo su Maestría en Ciencias en Educación Urbana. Por medio de Aspira, una fundación de ayuda a quienes han dejado la escuela, había conseguido una beca de la Fundación Rockefeller.

Aponte pasó por una larga serie de empleos en los que confrontó la intolerancia hacia su apoyo a la causa por la independencia. Un empleo administrativo en la Oficina Central de la Administración de Personal lo perdió cuando cooperó con el Partido Independentista de Puerto Rico durante las elecciones del 1964. También fue cesanteado como vendedor de seguros, cuando protestó por el hostigamiento hacia un compañero de trabajo. Luego, de Consejero Universitario, pasó a ser Maestro de Inglés, Periodista en El Diario—La Prensa (N.Y.), oficial de relaciones públicas del Foro Nacional Puertorriqueño y finalmente entró en un período de cinco años sin empleo.

Esto le proveyó la oportunidad de lanzarse a una nueva profesión, la de investigador histórico. Fue entonces cuando se dedicó a la investigación de todo cuanto pudo sobre el Dr. Rhoads. Aponte descubrió que el Dr. Rhoads fue un experto en armas químicas durante la Segunda Guerra Mundial de donde pasó a ser Consultor de investigaciones nucleares de la Comisión Atómica de Estados Unidos. El Doctor Rhoads fue luego enviado por la Fundación Rockefeller al Hospital Presbiterano en Puerto Rico para investigar las causas de la anemia en el Hospital Presbiteriano en Puerto Rico, aplicándoles a los pacientes humanos lo que sólo había sido probado en perros. Considerando el racismo prevaleciente en Estados Unidos y los esfuerzos encaminados a probar la superioridad intelectual de la raza blanca, los puertorriqueños fueron considerados como conejillos de indias apropiados para experimentaciones médicas. De aquí salieron acusaciones de genocidio planificado a medida que las corporaciones y las fuerzas armadas de Estados Unidos, procuraban ejercer mayor control económico y territorial en la isla. Un refrán muy mencionado por Albizu Campos es aquel que dice: "Los yanquis están interesados en la jaula, pero no en los pájaros." Por cuenta propia, el Dr. Rhoads hizo investigaciones sobre el cáncer, alabándose de haber matado a por lo menos ocho puertorriqueños en sus macabros experimentos y de haberles implantado el cáncer a varios más.

Rhoads se enojó muchísimo por las acusaciones de genocidio levantadas por don Pedro Albizu Campos contra Estados Unidos. Con Albizu en la prisión, el único problema que confrontaba el gobierno de Estados Unidos era el de eliminarlo sin levantar sospechas. Don Pedro era considerado un "peligroso enemigo cuya conciencia no se vendía." Ahorcarle, envenenarlo o golpearlo hasta la muerte, resultaban todos medios muy evidentes. La radiación pareció una solución más lógica. Ya un grupo de científicos había comenzado a hacer experimentos en prisiones y hospitales para observar los efectos de la radiación en los seres humanos y el Dr. Rhoads era un hombre muy versado en la radiación atómica.

Fue poco después de la visita a Puerto Rico del Dr. Marshall Brucer, quién había conducido experimentos allí sobre el uso de un fertilizante conteniendo fósforo radioactivo, que la salud de don Pedro comenzó a decaer rápidamente. A él lo llevaron al mismo Hospital Presbiteriano donde el Dr. Rhoads había realizado sus experimentos. Albizu ya había reportado el hecho de haber visto haces de luces de hermosos colores en su celda de la prisión La Princesa, en San Juan, los que correspondían a las descripciones de los rayos laser (Light Amplification by Stimulated Emissions of Radiation o "Amplificación de Luz mediante Emisiones Estimuladas de Radiación".) Otros nacionalistas también reportaron ver haces de luz azul. En La Princesa, los efectos de la radiación se hicieron evidentes en piernas hinchadas, pies corroídos y el cuerpo cubierto de quemaduras. Don Pedro tuvo que mantener su cuerpo cubierto de toallas mojadas en agua fría para contrarrestar la radiación y sufrió además de ráfagas de calor y sensaciones quemantes.

En las vistas del 1984 ante el Comité Decolonizador de las Naciones Unidas, el profesor Aponte reportó sobre sus seis años de investigación, y presentó fotografías y amplio testimonio en apoyo de sus teorías sobre la muerte de Albizu. El dejó establecido que don Pedro, como un graduado en química y física, estaba más que calificado para determinar lo que estaba sucediendo con él, pese a los esfuerzos para declararle paranoico.

Yo asistí a una conferencia de prensa sostenida ante la tumba de don Pedro, en la cual el Profesor Aponte solicitó del presidente de la Universidad de Puerto Rico, Fernando Agraít, que invitara un equipo de patólogos de Estados Unidos, quienes junto a patólogos de Puerto Rico y de otras naciones, pudieran determinar científicamente, la causa de la muerte del prócer. Este pedido no fue concedido, mas dos publicaciones se están encargando de correr la voz: Yo Acuso y Necator Americanus.

El celo del Profesor Aponte en investigar la muerte de don Pedro, condujo a un itento de silenciarlo. La Universidad Politécnica de Puerto Rico no le renovó su contrato y su libro, Yo Acuso, fue prohibido en la librería de esa institución. Aparentemente vino a ser víctima del intento del gobierno de Estados Unidos de suprimir la verdad. Pese a cuán precarios sean sus medios de ganarse la vida, el Profesor Aponte continúa luchando y rehúsa dejarse intimidar.

Una reciente comunicación de Aponte nos habla del "cobarde asesinato" de uno de sus hijos. El se lamenta de que hasta el presente no ha habido una investigación exhaustiva al respecto. Aponte ha pedido también que la "probabilidad de una conspiración política, como motivo de esta tragedia fuera examinada." Tales son los riesgos de quienes buscan sacar a la luz la verdad.

Luego de publicada la primera edición de este libro, el asesino, José Manuel Rosado Díaz, alias Papo, a quien Aponte describe como un "protegido" de la Policía de Puerto Rico, fue encontrado culpable de homicidio voluntario por un panel de jurados presidido por un cubano exiliado. El juez Ahmed Arroyo, al dictar sentencia, dijo en sala abierta que la prueba desfilada demostraba que se trataba de un delito más grave que el de homicidio voluntario, por lo cual condenó al asesino a la pena máxima de quince años por ese delito y otros quince por dos violaciones de la ley de armas, a ser cumplidos concurrentemente.